Porque lo barato, a veces, termina saliendo muy caro.
Tener una oficina propia suena como un paso lógico en el crecimiento de cualquier negocio. Una dirección fija. Un escritorio asignado. Una cafetera propia. Parece una señal de madurez empresarial. Pero muchas veces, es solo una ilusión de control que no se traduce en eficiencia, ni en rentabilidad.
Más allá del arriendo mensual, hay una serie de costos —económicos, operativos y humanos— que rara vez se calculan con precisión. Y cuando lo haces, te das cuenta de que no es tan rentable como parece.
1. El costo real del arriendo (no es solo el canon mensual)
A simple vista, el arriendo puede parecer razonable. Pero cuando haces cuentas de verdad, los números cambian:
-Servicios públicos (agua, energía, gas, recolección de basuras)
-Administración y vigilancia
-Aseo, insumos, papelería, ambientación
-Parqueaderos y movilidad
-Costos de adecuación o mantenimiento del mobiliario
Si estás en una buena zona —porque lo estás haciendo bien— el precio también se eleva. Y con él, tus preocupaciones. Tener oficina propia te pone a gestionar una miniempresa paralela a tu negocio real.
2. Coordinar internet, café y lo demás… también cuesta
En todo equipo hay alguien que termina “encargándose” de esas pequeñas cosas:
📶 Llamar al proveedor de internet cuando falla.
☕ Comprar café, azúcar, papel higiénico, servilletas.
🪑 Pedir una silla nueva, cambiar un bombillo, organizar una visita técnica.
No solo estás pagando esas cosas: estás dejando de facturar por resolverlas.
Tu equipo vino a construir una empresa, no a administrar una oficina. Y si tú eres quien lo asume, estás usando tu tiempo —ese recurso no renovable— en tareas que no generan valor estratégico.
3. Tu tiempo es el costo más alto (y el más invisible)
Cada hora que dedicas a “cosas de oficina” es una hora que no estás:
-Vendiendo
-Pensando
-Innovando
-Liderando
Construyendo relaciones o estrategias
Un empresario con visión debe cuidar su tiempo como cuida sus ingresos.
Y la oficina propia, en muchos casos, se convierte en un drenaje de atención, foco y energía.
4. Los costos emocionales también existen
No lo hablamos tanto, pero liderar un negocio con mil frentes abiertos desgasta. Los equipos dispersos, los lugares incómodos o mal ubicados, la falta de servicios adecuados, generan fricción silenciosa: baja moral, desconexión, rotación, desgaste.
Una oficina debería ser un catalizador del propósito, no un obstáculo logístico.
5. Una oficina que aparece cuando la necesitas
En Thinka creemos que una buena oficina no debe quitarte tiempo, sino darte enfoque. Por eso creamos un espacio para empresarios que ya entendieron que lo importante no es “tener oficina”, sino tener lo necesario para que su equipo trabaje bien, se conecte y produzca.
En Thinka, todo está resuelto:
- Internet dedicado con firewall
-Café de especialidad, de verdad
-Escritorios y sillas ergonómicas
-Pantallas, mouse y teclados disponibles
-Un equipo encargado de cada detalle
-La mejor ubicación en la ciudad
- Y lo mejor: pagas solo por lo que usas
Entonces, ¿qué te conviene más?
Una oficina que parezca barata…
¿o una que realmente te ayude a crecer? Si estás pensando en una solución flexible que cuide tus recursos, tu equipo y tu energía, quizá no necesitas una oficina propia. Necesitas una oficina que piense como tú. Y esa oficina es Thinka.
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